Antes de formarme como psicóloga, viví en varios países y trabajé varios años en el mundo corporativo. Me desarrollé en entornos tecnológicos, empresariales y multiculturales, con todos los esguinces y contracturas correspondientes. Y aunque la Psicología como ciencia y campo de trabajo estuvo presente en mi horizonte desde el momento en que inicié mis estudios, fue después de experimentar el coste del distanciamiento de lo que nos hace humanos que me volqué realmente sobre ella. Y ese camino ocurrió en paralelo con otra ruta de encuentro también con lo humano: la práctica y el estudio de la ciencia del Yoga.
Mientras me formé como psicóloga a través de estudios y del trabajo clínico, profundicé también en la investigación y experiencia sobre la psicofisiología del Yoga y sus efectos terapéuticos, así como su repercusión en el desarrollo personal y rendimiento con capacidad de regeneración. Ese punto de encuentro fue fundamental para decidir especializarme en la PSICOLOGÍA DEL TRAUMA y en el campo de la neuromodulación con BIOFEEDBACK y NEUROFEEDBACK, así como en la ciencia del Yoga, tanto para el trabajo clínico como para el trabajo con alto rendimiento.
En los últimos 15 años mantuve sin interrupciones mi práctica de Yoga en una escuela de alto rendimiento con calidad de vida, en la que me profundicé en técnicas para dominar los movimientos de la mente, así como técnicas para desarrollar flexibilidad y fortaleza mental y emocional, que potencian la comunicación cuerpo y mente. Esos procesos ampliaron significativamente mi escucha clínica y mi afinidad para trabajar con la regulación del sistema nervioso y con la psicología profunda.
Por todo ello decidí profundizar en el estudio y aplicaciones clínicas del Yoga y de la neuromodulación con BIO y NEUROFEEDBACK para el trabajo con pacientes con trauma y el trabajo con alto rendimiento, formándome y certificándome como terapeuta y mentora. En este proceso procuré formarme en centros y con profesionales de referencia.